Vlog 163 – Si te quemas… Amigo, un niño, un joven, un hombre, por más que quisiera confesar, consagrar y llevar a todas partes a Cristo, si no es ordenado por un obispo, no puede ser sacerdote, no puede consagrar, no puede confesar… ¡Ay de él, si lo intenta sin la fuerza del sacramento, porque peca! Lo mismo ocurre con el matrimonio. San Pablo dice: “Quién se queme, que se case”, no “quien se queme, que fornique”. Tienes una enorme responsabilidad; ¡ojo con quien te desposas! No puedes casarte sólo para apagar las llamas de la pasión. Muchos citan las palabras de san Pablo: “quién se queme, que se case”, y la mayoría olvida las palabras de Jesús, Dios mismo: “para los hombres es imposible, pero para Dios, todo es posible”. Amigo, tu deber es formarte en la fe, prepararte para tu vocación; al igual que para trabajar, uno tiene que haber hecho algún cursillo, o tener la carrera, más máster, más doctorado; a ver, ¿qué doctor pasa olímpicamente de las normas, y se declara médico abriendo una clínica, y ejerciendo como cirujano, así como si nada? Amigo, ¡se necesita el sacramento! Casarse, por muy natural que sea, deben hacerlo dos entendidos en el tema; dos que amen a Dios sobre todo, que cumplan los mandamientos, que estén abiertos a la vida; personas trabajadoras y de fe. Así que ya sabes, amigo, sólo pueden tener relaciones sexuales los cónyuges, los que han recibido el santo sacramento del matrimonio, porque Dios sólo bendice la sagrada unión de los cuerpos de los esposos, que se unen por amor, estando abiertos a la vida. Amigo, no sólo tienes que casarte por la Iglesia, sino que además de casarte por la Iglesia, tienes que casarte bien, estando no sólo preparado para la llegada de los hijos, que con amor, fe y paciencia, hay que educar y criar, sino que también, tanto tú como tu cónyuge, tenéis que estar preparados para enfrentar las duras pruebas de la vida, que siempre las hay. Amigo, no peques, no forniques; ¡cásate, y cásate bien! Amigo mío, gracias. Y siempre adelante con la fe. Victoria Bellido Durán |